Desperté un día a las 6:20 AM escuchando esa voz interior que siempre te habla pero que nunca le hacemos caso, algunos le llamamos pensamientos, otros conciencia, otros ideas, otros Dios o Espíritu Santo, otros simplemente voz o voces, etc.  Todos hemos escuchado alguna vez nuestra voz interior. Pues extrañamente desperté a esa hora de la mañana por esa voz que me repetía como en loop lo que te voy a contar aquí lo cual fueron las bases y cimientos que forman lo que hoy es sapmex.

Llevaba aproximadamente unos 6 meses leyendo un libro, libro gordo, pesado, de hojas delgaditas casi transparentes y de letras chiquitas, pero muy interesante, y la noche anterior a ésta en la que desperté muy temprano, me habían caído lentamente algunos veintes con respecto a un capítulo que me pareció en un principio algo ambiguo, pero al parecer para la siguiente mañana por ahí de las 6:00 AM comenzó a ser fascinante y revelador. Pues este libro fantástico, me despertó de un largo sueño que había durado más de 15 años, tardé tiempo en aceptarlo, pero finalmente cedí. Entre los capítulos del libro y mi voz interior me dictaban que tenía que hacer lo que yo tanto pregonaba. Yo andaba de ahí para allá diciendo que en la vida uno tenía que servir y de pronto me pregunté: y yo, lo estoy haciendo realmente?

No era usual en mi levantarme a las 6:20 de la mañana pues hacía tres meses que había perdido mi empleo y por ello no podía dormir bien; había trabajado por 8 años para una concesionaria Audi como gerente general, manteníamos el liderazgo en ventas, atención al cliente, y tenía al mejor equipo en ventas que uno quisiera tener, pero de pronto mi patrón decide vender la concesión obviamente con todos los empleados dentro del trato, decisión inteligente pues la marca estaba en su pleno apogeo y la concesionaria en un nivel estable de crecimiento, era muy rentable, y por lo tanto, un negocio cotizado; pero sucedió que el nuevo patrón decidió que yo sobraba en su nueva organización y de la noche a la mañana me quedé sin empleo, y por primera vez en mi vida laboral, me quitaron sin avisar de mi zona de confort. Por lo tanto, con los recientes sucesos no era fácil conciliar el sueño así que normalmente a esa hora de la mañana seguramente roncaba como tractor. Yo no sabía que esa mañana cambiaría mi vida.

A pesar de que de vez en cuando caía en un estado temporal de stanby, o digamos en un estado de pensamiento largo y lento donde nada sucedía y nada hacía, esa voz interior me daba ánimo para levantarme y construir esto, en lo cual simplemente no podía dejar de pensar. Las ideas sobre sapmex salían de mi mente como si no cupieran todas juntas y se empujaran unas a otras de modo que brotaban como palomitas de maíz que al ser expandidas por el calor crecían intempestivamente obligándose a sí mismas a manifestarse creando con ello una herramienta que me ayudaría a ayudar.

Este fantástico libro me decía que me diera cuenta de los talentos que Dios me había dado y que usara esos talentos para ser el mejor en lo que yo sabía hacer mejor, sí, correcto, SER EL MEJOR EN LO QUE YO SABÍA HACER, que hiciera el bien y ayudara a quienes pudieran servirse de mi talento, y que recompensas encontraría como consecuencia de vivir para servir usando mis talentos, pues la carga se aligeraría mientras el bien hiciera y siguiera las instrucciones de mi voz interna.

Durante más de 17 años desarrollé y pulí mis talentos en la industria automotriz, y lo que más gustaba hacer y que realmente disfrutaba era ayudar a mis vendedores a vender, enseñarles cómo se atendía a un cliente, esto traía como consecuencia que las ventas en la compañía mantuvieran niveles sanos de utilidades y que mi trabajo brillara. Desde luego que esa no era mi única actividad, pero sí puedo decir que era el gozo de cada día, el poder compartir con mi equipo sus logros y sus lecciones, el platicar con ellos sobre sus vidas, sus sueños y sus temores, de alguna manera hacían que el resto del trabajo fuera como el trabajo que tenía que hacer a cambio de mi salario pues la convivencia que tenía con ellos y el tiempo que les dedicaba para desarrollar su potencial y para escuchar lo que ellos me compartían de sus vidas personales y aprender de ellos y con ellos, lo hacía solo por gusto, y curiosamente eso era lo que generaba el 80% de los resultados del negocio, cosa que para ese entonces aun yo no sabía, pues la vida es una secuencia de pruebas y no sabrás lo que has aprendido hasta que hayas aprobado una de ellas.

El perder ese empleo fue para mi la gran oportunidad de mi vida, la oportunidad para darme cuenta de mi potencial, de que durante años había desarrollado, entrenado y pulido una VOCACIÓN, y me dió valor y coraje para salir adelante por mi propia mano. Ya no tendría que depender de los patrones que abusaban de nuestros talentos y nuestra lealtad a cambio de una felicitación o una invitacióna comer, de quienes un buen día te venden o te dan sólo las gracias o a veces ni eso y creen poder decidir tu destino como si fuéramos parte de su tablero de ajedrez. Con ello, descubrí que la famosa ZONA DE CONFORT no es más que el lugar del que debemos huir y permanecer en el RETO constante, creando, innovando y desarrollando los talentos que nos fueron entregados, la ZONA DE CONFORT debería realmente llamarse la ZONA DEL ESTANCAMIENTO, debería ser sólo una pausa temporal para replantear nuevas metas y un trampolín a las siguientes ligas, desafortunadamente la zona de confort es apacible y atractiva y si no hacemos nada por salir de ella, entonces ella consumirá el único recurso en el mundo que todos tenemos y que no es recuperable, el tiempo. Muchos años antes de esto me cuestionaba, y yo, cuándo haría algo propio, cuándo sería yo mi propio jefe, quería poder salir de vacaciones en la fecha en que me diera la gana sin tener que estar preocupado en “a ver si mi jefe me deja”, cosas que desde que terminé mi licenciatura me puse como objetivo y no había logrado. Pero es bien fácil permanecer en la zona de confort recibiendo un salario y creer que uno no tiene la capacidad de salir adelante por su propia mano cuando no se nació rico ni se tiene el capital para montar una empresa millonaria, así, lo más fácil entonces es creer que uno tendrá que ser empleado hasta que con suerte se gane uno el melate y entonces podrá ser uno empresario, o en los ratos libres, sábados o domingos emplearlos en hacer algo extra, y mientras lo haces, dejas de pasar tiempo con la familia… ¡¡¡Pero no!!! El empresario no necesita dinero, el empresario emprende, crea y echa a andar sus ideas a como de lugar, y sólo necesita una cosa: creer en sí mismo con todas las fuerzas de su corazón. Recordé que vi la película de la vida del Sr. Ferrari y en efecto, sus sueños comenzaron precisamente como sueños, y no tenía dinero, en verdad no lo tenía, pero tenía algo que vale mucho más que eso, tenía sueños e ideas y creía en ellas como en sí mismo, el Sr. Ferrari escuchó su voz interior y no se separó nunca de lo que ésta le dictaba. Y yo tengo sueños, tengo ideas y creo en mí, así que procedí al instante, me puse a escribir todo esto en una nota mientras observaba como el sol apenas se asomaba por la ventana de mi recámara.

Así pues, como mucha gente, yo deseaba ganar mucho dinero y trabajaba arduamente para obtenerlo, y al comenzar con esto me hacia las ilusiones de lo mucho que podría cobrar al vender una herramienta tan efectiva como sapmex la cual ya había yo probado y gracias a ella me había ganado primeros lugares en ventas en Audi y en ateción al cliente. La herramienta era oro, pero de nuevo, esa voz interior me dijo que un talento debe servir a muchos y no a pocos, y me avergoncé de mí mismo, pero la voz me dijo que todo camino lleva a un aprendizaje, me dijo que sólo los mares agitados con bravas tormentas forman a los grandes marineros, y me hizo darme cuenta de que mi verdadera vocación era ayudar a los demás a vender; y de que aquel talento que, sin saberlo, había pulido por años, estaba por llenarme de alegrías y satisfacciones. Entonces mi voz interior me dijo que hiciera un equilibrio digno con los talentos que yo había recibido y los pusiera en una escala muy accesible para que todos pudiésen SERVIRSE de ellos. No buscando el lucro en mi actividad sino el gozo de hacer lo que siempre hice y que me llenaba de vida. Vivir para servir.

Mi talento es vender, y voy a ayudarte a vender mediante los dones que he recibido. Entendiendo que en mi pasado laboral lo que realmente he hecho son amigos y no clientes, el principio es “no vender productos ni servicios, sino atender a cada cliente como si fuera un amigo, de modo que en eso se convertirá”. La venta es sólo una consecuencia de esa atención y de la confianza que se arraiga entre dos personas que se procuran respeto y apoyo mutuo.

Varios de mis actuales grandes amigos, los hice hace algunos años al momento de atenderles, y ellos originalmente sólo creían que comprarían un producto, pero en realidad, ademas de comprar un producto, se llevaron gratis mi amistad, amistad que hoy es invaluable y que no tiene fin.

Desafíate a ver las cosas tal como sueñas verlas.

“Tienes que ser tan bueno en lo que hagas, que la gente no pueda ignorarte” (Steve Martin).

Gracias por tomarte el tiempo!

Atte.

Salvador Morales.

Whatsapp y celular +52 1 (33) 3201 1704.
La venta es sólo una consecuencia.

¿Qué es lo que hacemos?

Agradecimientos especiales: a mi esposa por confiar siempre en mí y empujarme siempre a hacer mis locuras, a mis amigos Fernando y Roberto  Navarro quienes incondicionalmente me han acompañado en mis sueños y hasta en los pasajes más obscuros de mi vida donde las lágrimas no te dejan ni ver, acompañándome como hermanos y haciéndome siempre saber que ahí están y estarán, a David Zambrano quien como hermano menor (de los que uno escoge) me ha acompañado en aventuras con caminos desconocidos pero a quien nunca le falta la risa para contagiar, a Javier Navarro quien desde hace años me ha acompañado en cada capítulo de mi vida, quien siempre me ha animado a no dejar de escuchar esa voz que te lleva a recorrer el mundo y a quien no le falta nunca una dotación de chistes para amenizar, a Eugenio Ortiz quien siempre tiene una bendición para mi en la boca, a Ricardo Rodríguez quien aunque lejos, siempre está cerca, a Erik Du Rietz quien me contagia con su energía y positivismo, a Luis Ernesto Ruiz Guerrero quien aportó la sal a este platillo, a Rodrigo Regalado quien siempre ha confiado en mí en mis proyectos por muy ambiciosos que parezcan, a Francisco Torres Villegas, por quien aprendí que la humildad siempre suma más que los resultados, a Carlos Rubén Fernández Rosas quien con mano firme y franca me acompaña en mi camino no quitándome los obstáculos que se presentan en el sendero, sino dándome entendimiento para hacerles frente; bueno, y nuevamente a Adolfo Alonso Olivares quien como hermano mayor me jala las orejas cuando así se requiere, pero que siempre tiene un consejo y una reflexión para compartir, y de quien he aprendido que: aquel que no vive para servir, no sirve para vivir, a Ignacio Robles Palomar, quien me dio la estocada final para yo poder entender que mi destino era aun más grande de lo que yo mismo creía, y en general a todos cuantos me han inspirado y acompañado en el camino de la vida donde sólo se es, lo que uno se piensa que es.

Gracias a mis padres y hermanas que siempre han confiado en mí y que siempre tiene una palabra para impulsarme más allá de lo que ya he hecho.

Gracias por tu interés.